Friday, November 30, 2012

Mírame a la nariz y sabrás cómo soy


Si le basta un vistazo para hacer una radiografía completa de la persona que tiene enfrente, probablemente no mire directamente a los ojos de su interlocutor. Los ojos son una ventana al alma y puede que también al interior del cerebro para diagnosticar algún problema neurológico, pero en realidad no nos dan la mayor información de una persona.
Una investigación de la Universidad de Santa Bárbara, en California (Estados Unidos) sitúa en el centro de la cara y por debajo de los ojos, en plena nariz, la zona del rostro de que se puede obtener nás datos con una simple mirada. Mirando a ese punto se pueden conocer tres aspectos básicos: la identidad de una persona, el sexo y el estado emocional. Los resultados se publican en la revista científica «Proceedings».
Sin darnos cuenta, nuestra mirada se dirige como un misil teledirigido hacia esa zona sin que seamos conscientes, según pudieron comprobar Miguel Eckstein y Matt Peterson del departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la universidad californiana. A esta conclusión llegaron después de hacer un experimento con voluntarios a los que pusieron a observar más de un centenar de rostros. Para seguir su mirada utilizaron un rastreador ocular. Y el resultado fue que para la gran mayoría, «el primer lugar donde se fueron sus ojos fue en algún lugar en el medio del rostro, justo por debajo de los ojos», explica Eckstein.
Mirar de frente
¿Por qué lo hacemos?. En algunas culturas mirar de frente y a los ojos se interpreta como un síntoma de franqueza o porque al mirar a los ojos transmitimos la sensación de que estamos prestando atención a nuestro interlocutor.
La hipótesis de Peterson y Eckstein es otra. El cerebro, dicen recurre a cálculos sofisticados, para planificar un movimiento de los ojos que le garantiza obtener la máxima información sobre las cuestiones que a lo largo de su evolución han sido importantes como es determinar en milésimas de segundos si debe prepararse para la lucha o para el amor. Cuando estamos a una distancia prudencial para entablar una conversación, la mirada no solo se fija en los ojos sino en un campo visual más amplio que rastrea características como la nariz, la boca o la frente, de las que se pueden obtener más datos sobre las emociones o su identidad. Esta información no se tendría mirando solo a los ojos.
La capacidad de mirar y decidir en cuestión de segundos es inherente a los seres humanos. En cambio, no todo el mundo dirige su mirada por debajo de la línea de los ojos para identificar a una persona. Otros investigadores han demostrado que los asiáticos del este, por ejemplo, suelen mirar más abajo en la cara al identificar la cara de una persona.