Wednesday, June 4, 2014

Los Higos (Brevas) Néctar para el paladar

 


El higo, rico en azúcares, fibra y minerales, aporta energía y refuerza los huesos y el sistema nervioso. Muchas recetas ganan personalidad con su aroma y dulzor exquisitos.

El verano llega a su apogeo con el sabor dulce y sugerente de los higos.
Para ser precisos habría que hablar de higos y brevas. Debido a que ya estaban en el árbol desde el año anterior, las brevas son las primeras frutas que dan anualmente las higueras (Ficus carica) y son más grandes y perfumadas que los higos.


Estos, más pequeños y dulces, aparecen como segunda cosecha de los mismos árboles a partir de agosto.


El color de los higos puede ser verde pálido, morado o negro según la variedad y el grado de madurez. La piel es comestible, aunque generalmente se aparta. Y al abrirlo, descubrimos que la pulpa esconde cientos de semillas: en realidad, son las diminutas frutas de la higuera.
Entre las variedades más apreciadas de brevas se encuentran la Colar (grande, piel negra), la Goiña (cuello púrpura, resto negro y forma alargada) y las Ñoras (blanco verdosas).


En cuanto a los higos de final del verano, destacan los Cuello de Dama, de forma achatada y asombroso sabor. Se encuentran con piel fina y verde, y pulpa blanca, o piel gruesa y negra e interior morado, y proceden del Valle del Tiétar, Lérida y Huesca. Como la temporada de higo fresco es muy breve y una vez arrancado del árbol no dura más de una semana, el 90% de la cosecha se deseca. 


Para las necesidades extraordinarias
 
Aunque se dice que los higos engordan, quizá por ser tan golosos, en realidad no tienen tantas calorías: 80 por cada 100 g (dos o tres higos), cantidad similar a la que proporcionan el plátano o la uva. De hecho están indicados en las dietas de adelgazamiento por su efecto saciante. No obstante, debido a la proporción de hidratos de carbono, son una fuente de energía ideal, especialmente para mujeres embarazadas y lactantes, niños, adolescentes y personas con desgaste intelectual o físico.


Los higos se digieren bien si están maduros gracias a una enzima denominada cradina. Suavizan las mucosas del tracto gastrointestinal y por su riqueza en fibra previenen el estreñimiento, reducen la absorción del colesterol y disminuyen el riesgo de sufrir cáncer de colon. Por su contenido elevado en potasio y bajo en sodio, resultan recomendables para aquellas personas que sufren hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón.


El magnesio y el calcio, que también se hallan en abundancia, refuerzan el sistema musculoesquelético. Además contienen una cantidad moderada de provitamina A y polifenoles antioxidantes. La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunitario. 


Un remedio natural contra la tos
 
Para ablandar la tos y favorecer la expectoración se prepara cociendo media docena de higos en leche hirviendo y añadiendo al final un poco de miel. También se puede preparar una infusión con dos o tres higos y agua.
Hace tres años, se descubrió su poder antibiótico, lo que quizá explique su eficacia en el tratamiento de afecciones bucales como las llagas y las aftas.
El contenido en hierro hace que los higos, y en especial los secos (2 mg/100 g), sean recomendables para las personas con anemia, mientras que los lignanos (en la fibra) tienen un ligero efecto estrogénico y pueden aliviar los dolores menstruales. 


Néctar para el paladar
 
Por lo general, los higos frescos se consumen crudos, al natural, como fruta de postre o en entremeses. Sin embargo, su alto contenido en azúcar, su peculiar textura y su delicado aroma los convierten en un ingrediente idóneo para la preparación de suculentas recetas, especialmente de repostería y confitería, aunque también a la hora de crear originales platos salados.