Monday, July 14, 2014

La ciencia del yoga

 

El yoga es la disciplina psicocorporal más antigua del planeta. A lo largo de 5.000 años ha ayudado a que millones de practicantes consigan mayor bienestar y crezcan espiritualmente. 

La contribución occidental al acervo del yoga son los estudios científicos sobre los efectos fisiológicos y las aplicaciones terapéuticas.  
La historia en Occidente es tan breve como una nota dentro de una sinfonía. Arribó a Europa y América hace poco más de 50 años y se convirtió en uno de los símbolos de la cultura naturista y alternativa.

Sin embargo, con el paso de los años, ha llegado a ser una práctica normal. En España, actualmente se enseña en más de 500 centros. 

El éxito del yoga en Occidente le ha costado que a menudo se le despoje de su aspecto espiritual. A cambio, la contribución occidental al acervo del yoga son los estudios científicos sobre los efectos fisiológicos y las aplicaciones terapéuticas. Los principales interesados en el reconocimiento científico no son únicamente los yoguis —no necesitan que nadie les demuestre la eficacia—, sino universidades y administraciones públicas como la de Estados Unidos. El Centro Nacional para la Medicina 
Complementaria y Alternativa (NCCAM), dependiente del Instituto Nacional de Salud (organismo equivalente al Ministerio de Sanidad), ha destinado 78 millones de dólares a la promoción de investigaciones científicas cuyos resultados serán publicados por las más prestigiosas revistas médicas. Esto significa un importante reconocimiento, pues a pesar del éxito popular, la palabra “yoga” apenas ha aparecido en sus páginas hasta el momento.

En el momento de escribir este artículo existen 1.282 estudios sobre yoga en la base de datos pública Pubmed, siendo la mayoría recientes. La revisión de estos estudios permite afirmar que mediante la práctica del yoga una persona puede aprender a controlar los parámetros fisiológicos que están en la base de la salud y que normalmente escapan al control voluntario, tales como la tensión arterial, las frecuencias cardiaca y respiratoria, la tasa metabólica, la conductividad eléctrica de la piel, la actividad eléctrica del cerebro o la temperatura corporal.

• La práctica del yoga activa el sistema linfático, la red de vasos y ganglios encargada de recoger y expulsar del cuerpo los residuos de la actividad celular. Las investigaciones han demostrado que algunos asanas, como la postura del perro (adho mukha svanasana), aumentan el flujo de la linfa.
• La respiración es la herramienta básica para que la mente conecte con el cuerpo. La respiración profunda, los estiramientos y la atención relajada “apagan” el sistema nervioso simpático, que arrastra hacia el estrés, y “encienden” el parasimpático, que lleva a la relajación. El efecto sobre el cuerpo es radical: las frecuencias cardiaca y respiratoria se reducen, la tensión arterial baja, se regula el flujo hormonal... Un yogui puede reducir su ritmo respiratorio a cinco inspiraciones/expiraciones por minuto. En estas condiciones el cuerpo activa los sistemas de autocuración. Una buena proporción de enfermedades, entre ellas el cáncer y los ataques cardiacos, tienen relación con el estrés.
• Los efectos cardiovasculares del yoga son espectaculares: baja el colesterol y la tensión arterial, aumenta la velocidad de circulación y revierte los procesos de obstrucción arterial, previniendo así la arterioesclerosis, el infarto y la embolia cerebral. Además se da una curiosa redistribución del flujo sanguíneo: disminuye especialmente en los riñones y el hígado, mientras que aumenta en el cerebro.
• Determinadas posturas con flexión hacia adelante realizan un masaje sobre el eje inmunoneuroendocrino, la línea de glándulas que incluye pituitaria, hipotálamo, tiroides y adrenales. Este masaje equilibra el flujo de hormonas y combate el insomnio y los cambios de humor que acompañan la menopausia.
• Los ejercicios respiratorios (pranayama) aumentan la disponibilidad de oxígeno en los tejidos. Esto significa una ayuda extra en la generación de energía a nivel celular. Como consecuencia se refuerzan las células del sistema inmunitario. Por otra parte, algunos estudios sugieren que la deficiencia de oxígeno crónica tiene que ver con el desarrollo de enfermedades degenerativas, crónica y cáncer. Algunos terapeutas recurren al yoga para equilibrar el metabolismo y favorecer el peso ideal. Los ejercicios respiratorios también están muy indicados para el control del asma.
• Durante los asanas el yogui mantiene una actitud meditativa. En este estado de conciencia, un yogui experimentado multiplica por cuatro la actividad de las ondas cerebrales alfa, según ha demostrado un estudio con un maestro kundalini de la Universidad de California-San Francisco. Otros ensayos han mostrado que el patrón encefalográfico es más ordenado y que los tiempos de respuesta a los estímulos son más cortos. Las ondas alfa se corresponde con un estado de relajación y de actividad mental clara debida a estímulos internos. Los enfermos de epilepsia y los niños hiperactivos presentan un patrón muy inestable de ondas alfa. Varios estudios indican que el yoga les ayuda a evitar crisis y mejorar su estado. Algunos tipos de meditación yóguica también favorecen el acceso a estados mentales caracterizado por el predominio de ondas theta en los que se puede acceder a contenidos inconscientes.
• Aunque todavía no puede medirse, es posible que el yoga actúe en el nivel cuántico, la escala subatómica de la materia donde pueden ocurrir fenómenos que estén en la base de la salud y la enfermedad, así como de la integración entre cuerpo y conciencia. Esta tesis es defendida entre otros por Deepak Chopra, neurólogo y experto en medicina tradicional hindú.
Síndrome del túnel carpiano
Los efectos del yoga son generales pues actúa sobre todos los sistemas corporales, pero en una cultura médica dominada por la superespecialización los investigadores se han visto obligados a encontrar aplicaciones muy concretas. Una de elllas es el tratamiento del síndrome del túnel carpiano, según ha demostrado Marian S. Garfinkel, profesora de yoga Iyengar desde 1973. Esta alteración es una lesión común de la muñeca, debida a acciones repetitivas como teclear en el ordenador. El tratamiento convencional consiste en la administración de analgésicos, corticoesteroides, entablillamiento o intervención quirúrgica dependiendo de la gravedad.
El yoga sirve tanto para prevenir como para tratar la enfermedad. Los pacientes estudiados fueron seleccionados en centros geriátricos. Aquellos que hicieron yoga dos veces a la semana mejoraron significativamente la capacidad para agarrar con la mano y sufrieron menos dolor que los pacientes que no siguieron el tratamiento. Los autores del estudio afirmaron que el yoga “fue más eficaz que el entablillamiento de muñeca en el alivio de los síntomas". También mejoraron los resultados en un test para medir la severidad del síndrome.
La doctora Garfinkel también utiliza el yoga en su práctica clínica para tratar la osteoartritis de las manos, de las articulaciones de los dedos y de las rodillas. Su experiencia le hace mostrarse convencida de que el yoga es la terapia óptima para prevenir y tratar las lesiones debidas a esfuerzos repetidos, las más frecuentes entre los trabajadores.
Dolor de espalda
Estudios financiados por el Centro Nacional para la Medicina Complementaria y Alternativa, dependiente del Gobierno de los Estados Unidos, han demostrado que las personas con dolores en la parte baja de la espalda pueden beneficiarse de las sesiones de yoga especialmente diseñadas para su trastorno. Gracias al yoga el dolor disminuye y la capacidad para moverse mejora. 
Asma y problemas respiratorios
Otra investigación evaluó la eficacia del yoga sobre los pacientes asmáticos. El profesr P.K Vedanthan, de la Clínica Northern Colorado de la Alergia y el Asma realizó un seguimiento exhaustivo de los dos grupos sometidos a análisis, anotando diariamente sus síntomas y la utilización de medicamentos.
Un grupo recibió clases de yoga durante 45 minutos a la semana, incluyendo asanas, pranayama (ejercicios respiratorios) y meditación. El otro grupo siguió con la rutina habitual. Después de cuatro meses, los enfermos que hicieron yoga mostraron más relajación, mejoraron su actitud y utilizaron menos sus inhaladores.
Algunos expertos criticaron este estudio, alegando que los beneficios se deben a la oxigenación, que podría haberse conseguido también con otras técnicas. Entonces Vedanthan realizó un nuevo ensayo con 11 pacientes de enfermedad pulmonar obstructiva crónica que estaban siendo tratados con oxígeno. El estudio consistió en retirarles el oxígeno y sustituirlo por ejercicios yóguicos de respiración y meditación. Todos los pacientes afirmaron sentirse mejor que antes del estudio y algunos continúan practicando el yoga.
Vedhantan, indio de nacimiento pero afincado profesionalmente en Estados Unidos, practicaba el yoga como tradición familiar, pero no pensó que podría ser un tratamiento eficaz hasta que, 15 años después de haberse licenciado, recibió la visita del yogui N. V. Raghuram y su esposa, la doctora S. Nagarathna, del Vivekananda Kendra Yoga Research Foundation, en Bangalore (India). El matrimonio había estudiado el uso del yoga para tratar problemas como la hipertensión, las enfermedades psiquiátricas y los desórdenes de la alimentación, y estaba buscando un científico interesado en profundizar en sus experiencias. Desde 1985 Vedanthan investiga el efecto de las sesiones de yoga diseñadas por Raghuram. El propio Vedanthan continúa practicando yoga durante 30-40 minutos cada día, haciendo énfasis en los asanas de estiramiento, en los ejercicios respiratorios y en la meditación.

Ornish, pionero en la investigación

Quizá uno de los estudios pioneros y más conocidos sobre los efectos del yoga haya sido el que realizó en 1990 el doctor Dean Ornish —prestigioso cardiólogo, profesor de la Universidad de California-San Francisco y amigo del ex presidente Clinton—, quien demostró que su programa para enfermos cardiacos basado en el yoga, la asistencia a grupos de apoyo, el ejercicio físico y una dieta vegetariana baja en grasas podía estabilizar y en algunos casos revertir el proceso de bloqueo arterial. El “programa Ornish” ha evitado que el 80% de los pacientes necesitaran un bypass o una angioplastia, según datos posteriores.

Estos hallazgos han justificado que en prestigiosos hospitales norteamericanos —como el Presbyteran Hospital de New York y el Cedars Sinai Medical Center, de Los Angeles— se ofrezcan clases de yoga a los pacientes cardiacos. El director del último centro, Noel Bairey, asegura que los pacientes que practican yoga obtienen “beneficios tremendos”.
Ornish considera el yoga una parte tan esencial de su programa terapéutico como la dieta y se sorprende de que la mayoría de los médicos todavía no lo incluyan protocolariamente en sus tratamientos. Sus investigaciones continúan: acaba de publicar una nueva investigación sobre el resultado de un tratamiento similar con enfermos de cáncer de próstata. Los primeros resultados, publicados en abril, han mostrado que puede enlentecer, detener e incluso dar marcha atrás al proceso cancerígeno, tal como revela la caía del indicador sanguíneo de la enfermedad. Ornish sugiere que el mismo efecto preventivo podría tener lugar con el cáncer de mama.

La cantidad de aplicaciones del yoga —podrían enumerarse muchas más de las que han aparecido en este artículo— pone en evidencia que en realidad funciona como una terapia general. ¿Qué otro tratamiento o medicina puede decir lo mismo? Pero a pesar de sus ventajas médicas sería un gran error recurrir a los asanas únicamente en caso de enfermedad. El yoga alcanza su auténtica dimensión cuando su práctica forma parte de un estilo de vida sano y orientado hacia el crecimiento personal. Es así como se hace honor a la palabra yoga: significa “unidad”, entre el cuerpo, la mente y el espíritu, y entre la persona y el mundo.


 Diccionario para aspirantes a yogui

Al hablar de yoga se utilizan palabras en sánscrito cuyo significado no es conocido por todos. Comprenderlas ayuda a reconocer la complejidad y sofisticación de una disciplina milenaria como el yoga.

Ahimsa. No violencia, no infligir daño. Es uno de los principios del yoga de Patanjali, base del hatha yoga que se practica en occidente.
Asanas. Las posturas del yoga. Deben armonizarse con la respiración y con una actitud meditativa.
Ashram. En la India, es el lugar retirado donde tradicionalmente se enseña la filosofía y la práctica del yoga.
Dhyana. Meditacion o contemplacion. Es una práctica que consiste en detener la actividad mental habitual, dejando que las ideas fluyan sin prestarles atención. Cambia la actividad eléctrica del cerebro.
Hatha yoga. Es el yoga de las posturas que se practica en occidente, inspirado en los escritos de Patanjali (entre los siglos II y III). Ha significa sol y tha luna. Yoga significa unión. Los principios básicos son la practica de asanas, pranayama y dyana. Otros yogas son el yoga devocional (bhakti yoga), el yoga de la acción (karma yoga) o el yoga de las palabras sagradas (mantra yoga).
Kundalini. Es la energía cósmica en el cuerpo. Algunas escuelas yóguicas persiguen su despertar a través de posturas, cantos (mantras, sonidos poderosos), meditación y ejercicios respiratorios.
Namaskar. Saludo que significa "lo divino en mí honra lo divino en ti". Se acompaña con el gesto de unir las palmas de las manos.
Om. Es el sonido, el mantra, que expresa lo divino, la verdad absoluta. En la meditación se puede pronunciar de modo vibrante.
Prana. Energía vital o inteligencia que habita en lo material. Se asocia con el aire.
Pranayama. Ejercicios para regular el flujo de prana a través de la respiración.
Samadhi. Estado de consciencia absoluta, de indentificación con la Unidad o Absoluto. Es el objetivo del yoga.
Yogi. Persona que pratica el yoga. Existe el térmno femino, yoguini.