Monday, March 16, 2015

Cinco males que le dañan su vida sexual


La sexualidad puede verse alterada por problemas orgánicos, como la diabetes y trastornos del ánimo.

El miedo parece ser el común denominador del daño que ciertos males le hacen a la vida sexual de las personas. Quienes tienen cáncer, problemas cardiacos o mentales, diabetes y enfermedades con lesiones del sistema nervioso, o reciben tratamientos médicos, lo padecen. Pero, de acuerdo con los mismos especialistas, rara vez se incluye la rehabilitación para retomar la intimidad.
1. El cáncer y la autoestima
Olga Lucía Estrada Zuluaga, especialista en medicina física y rehabilitación, destaca en este rango el cáncer de seno: el miedo a la muerte, la pérdida de un seno y las angustias existenciales impactan, casi de manera inevitable, la vida sexual de las mujeres.
Estrada dice que se trata de un desafío para los profesionales de la salud, sobre todo porque la incidencia y supervivencia está mejorando (el 86 por ciento sobreviven más de 5 años), al tiempo que algunas mujeres y sus parejas no expresan lo que les preocupa de terapias como la mastectomía o la cirugía conservadora. “Las secuelas psicológicas van a afectar de manera muy directa la autoestima, la identidad femenina, la imagen corporal y las relaciones afectivo-sexuales de la mujer”, dice la especialista, quien por eso considera que el trabajo psicoterapéutico debe apuntar a recuperar el atractivo físico, adaptarse a la cicatriz, recuperar el nivel de interés sexual y fortalecer la comunicación de la intimidad, involucrando a la pareja.
2. Problemas cardiacos
Muchas personas con problemas cardiacos le hacen el quite al sexo por el temor a infartarse durante una relación. Lo ideal es que la rehabilitación contemple esta dimensión.
Mónica Rincón, médica fisiatra de la Fundación Cardioinfantil, reconoce que la sexualidad es un tema poco tratado tras un evento cardiovascular.
Un estudio publicado en Circulation señala que solo un 13 por ciento de las mujeres españolas que han sufrido un infarto reciben asesoría médica sobre la actividad sexual que pueden realizar, frente al 17 por ciento de los hombres.
Aunque hay que consultar con el médico cuál es el momento adecuado para reiniciar la actividad sexual, Rincón aconseja privilegiar posiciones tradicionales en la cama, mejorar la condición física y esperar a que el pecho cicatrice.
“Al principio, las relaciones no tienen que terminar con el orgasmo, puede haber un juego sexual inicialmente y poco a poco llegar a esa etapa”, dice.
3. Discapacidad y la imagen
Aunque hay discapacidades que incapacitan ciertas habilidades, es un hecho que la sexualidad es una característica inherente a la persona, que no solo cumple tareas reproductivas, sino también de placer, emocionales y afectivas. El fisiatra Javier Mazenett señala que desde el punto de vista físico, la vida sexual de un discapacitado es similar, pero es habitual que quien sufre una limitación manifieste miedo al compañero ante su posible falta de resistencia, a la complejidad de su desenvolvimiento sexual y a no sentirse deseado. En estos casos son indispensables los procesos psicológicos para enfrentar estados depresivos, de disminución de la autoestima, ansiedad, culpabilidad, adopción de conductas dependientes e, incluso, celotipias. Es necesario en estos casos iniciar un plan integral de rehabilitación sexual con el objetivo de modificar actitudes, cambiar conceptos y explorar otras formas de placer y satisfacción que modifiquen la genitalidad de manera absoluta. Cada proceso es diferente y debe tratarse de forma individual de acuerdo a las condiciones y necesidades de cada paciente, agrega Mazenett.
4. Salud mental y cerebro
Cuando las personas sufren ansiedad, depresión o trastornos bipolares, hasta su sexualidad puede pagar las consecuencias.
El psiquiatra Jorge Forero explica que algunas enfermedades mentales producen, desde el punto de vista neurofisiológico, sustancias que disminuyen el tamaño de las arterias y hacen que haya menos irrigación de los tejidos, entre ellos en el pene, lo cual afecta la erección. “Los pacientes con ansiedad o depresión pueden llegar a tener impotencia. Si ya la tenían, puede haber complicaciones, si no, la pueden experimentar de forma leve”, cuenta el especialista.
Otro efecto negativo de los problemas mentales en la sexualidad son la eyaculación precoz y la pérdida de la libido. Según el psiquiatra, en estos casos los afectados tienden a adoptar una conducta evitativa, para no exponerse a “quedar mal en la cama”.
En casos menos comunes, como el trastorno bipolar, el deseo sexual puede aumentar considerablemente cuando la persona atraviesa por fases maniacas, porque le da una sensación de grandiosidad.
Forero aclara que la sexualidad está en el cerebro y de su “normal” funcionamiento depende la buena o mala respuesta sexual, por eso las enfermedades del sistema nervioso central afectan a la intimidad. Sin embargo, asegura que cuando las personas con problemas mentales asumen con disciplina un tratamiento, las posibilidades de normalizar su sexualidad son muy altas.
5. Diabetes y daños funcionales
Los daños de los nervios y pequeños vasos sanguíneos en las personas con diabetes son los causantes número uno de los problemas sexuales en hombres y mujeres.
Para levantar un brazo o dar un paso, el cerebro debe enviar señales nerviosas a los músculos adecuados. Desde ahí, también envía órdenes a los órganos internos como el corazón y la vejiga.
Algunas órdenes son más conscientes que otras y la respuesta a los estímulos sexuales es involuntaria. Los nervios deben aumentar el flujo sanguíneo hacia los genitales y, a la vez, dice el fisiatra Javier Mazenett, son los responsables de recibir estímulos y traer de vuelta las respuestas al punto que el daño de los nervios puede ocasionar disfunciones sexuales.
Estos problemas para mujeres con diabetes se manifiestan en sequedad vaginal, relación sexual dolorosa o incómoda y pérdida del deseo. El hombre puede sufrir de disfunción eréctil y eyaculación retrógrada (semen entra a la vejiga).
Los tratamientos para las mujeres suelen incluir el uso de lubricantes vaginales de venta libre o con receta del médico, ejercicios de Kegel para ayudar a fortalecer los músculos pélvicos, cambios en la posición y estimulación durante la relación sexual, además de la terapia psicológica, podrían mejorar esta condición. En el caso de los hombres diabéticos, la recomendación se concentra en tratamientos farmacológicos formulados individualmente por los médicos y psicólogos. En cuanto a la eyaculación retrógrada, un urólogo especializado en tratamientos para la infertilidad puede brindar soluciones para la recolección de espermatozoides.
ANDREA FORERO AGUIRRE
Redactora de EL TIEMPO